Autorretrato, 1668
Óleo sobre lienzo, 82.5 x 65 cm
Rembrandt van Rijn, Wallraf-Richartz-Museum (Colonia)

Para Rembrandt cada cuadro es un nuevo experimento, y un proceso de evolución propio de una mente inquieta. Nos dejó una cantidad inusual de autorretratos –sobre 70-, y no cabe buscar la explicación en una causa de precariedad económica donde no pudiera pagar a modelos, incluso en la etapa en la que se vio sin dinero, ya que tenemos el precedente de la anterior época. Nos muestran a Rembrand de joven, con mediana edad, y mayor en su última etapa; y además no son un mero testimonio temporal, si no que aparece con las más variadas expresiones y gestos, son también una búsqueda interior, casi psicológica.. Esto nos demuestra su gran interés por la experimentación, y la búsqueda de nuevas técnicas para integrar en su pintura. Rembrandt es de esos artistas únicos que crean fascinación por el efecto de sus obras, único también en la historia del arte.

En este cuadro Rembrandt logra un encuentro con el espectador. Y aquí hablaré un poco de algunos datos relevantes de su vida. Fue un pintor que vivió alejado del mundo, ni siquiera conoció Italia, a diferencia de otros pintores; después de su aprendizaje en Leyden, vivió en Ámsterdam el resto de su vida.  A una época de bonanza económica y éxito le sobrevino una crisis económica y personal a raíz de la muerte de su esposa Saskia. A partir de aquí las deudas y préstamos solicitados son constantes, llegando incluso a subastar sus colecciones y su casa, aunque esto no le permitió saldar completamente sus deudas. Pero sus últimos años le reservarían algunas tragedias más, cinco años antes de este autorretrato muere su compañera Hendrickje, y este mismo año fallece su hijo Titus, que había alcanzado la mayoría de edad tres años antes, el único de sus cuatro hijos que la alcanzó. Y es aquí cuando nos deja –bajo mi punto de vista- el que es el autorretrato más misterioso, genial y lleno de humanidad de entre todos los que pintó. El encuentro con el observador es palpable, sentimos a Rembrandt en el propio lienzo, y fuera de él, nos mira directamente, pero no frontalmente, se sabe de nuestra presencia, y se comunica con nosotros. Esa sonrisa y ese gesto lleno de complicidad, es la última sonrisa después de todo lo vivido, y pese a ello. Un fruto que solo la edad permite. Sobre todom Rembrandt una vez más, y al final de su vida, nos hace pensar nuevamente antes sus obras. ¿Por qué sonríe?



Rembrandt van Rijn (1606 -1669) artista holandés, maestro del barroco, y el más grande entre los pintores, enterrado en una tumba sin nombre.

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